Campings en Halloween: cuentos y leyendas terroríficas en la Comunidad Valenciana | Federación de Campings Comunidad Valenciana

Campings en Halloween: cuentos y leyendas terroríficas en la Comunidad Valenciana

Halloween está a la vuelta de la esquina. Y son muchos los que, aprovechando que el día 1 de noviembre es festivo en nuestro país, harán una escapada en el primer puente del curso escolar.

La Comunidad Valenciana es un buen destino para organizar un viaje en familia o con amigos en estas fechas.

Normalmente, las temperaturas a principios del mes de noviembre en la región todavía son suaves, y nuestros paisajes ofrecen la posibilidad de hacer muchas actividades al aire libre si eres un amante de la naturaleza.

Además, con motivo de Halloween, muchos de nuestros asociados tienen ofertas especiales y organizan fiestas temáticas, en las que podemos encontrar disfraces, decoración, gymkanas o animación infantil para pasar un fin de semana «terrorífico».

Si estás pensando en hacer una escapada este Halloween, los campings de nuestra Federación estarán preparados para recibirte.

Y si te gustan las historias de miedo, aquí tienes algunas leyendas de la Comunidad Valenciana para ir abriendo boca.

Sus protagonistas son brujas, endemoniados e incluso duendes. ¿Te atreves a descubrirlas?

Paseando por la calle de las brujas

Nuestra ruta de historias «de miedo» de la Comunidad Valenciana comienza en el centro de Valencia capital, concretamente, en un pequeño callejón del barrio de La Seu.

Aunque ahora recibe el nombre de Calle Angosta del Almudín, este estrecho callejón pegado al Almudín fue conocido durante años como la calle de las brujas. Porque, según la leyenda, era el lugar donde vivían brujas dedicadas a la elaboración de pociones mágicas y sortilegios.

La lógica nos dice que, posiblemente, lo que ocurrió es que allí vivía una curandera que utilizaba hierbas curativas para hacer ungüentos. Pero, puesto que en la Edad Media la superstición estaba muy presente, el miedo se implantó rápido.

De hecho, esta calle estuvo cerrada al tránsito por la noche hasta el año 1862.

Los duendes de la Plaza del Esparto

No muy lejos del Almudín, en la Calle Caballeros, está la Plaza del Esparto, donde ocurrió lo que con el tiempo se ha conocido como el primer «poltergeist» español.

De hecho, fueron los vecinos los que alertaron a la Guardia Civil ante la presencia de lo que ellos creían era una presencia, un espíritu o un fantasma.

Fue en el año 1915, cuando la familia Colmenero alertó sobre golpes y ruidos inexplicables en su casa que se prolongaron durante varios días.

La intranquilidad y el miedo era tal que las autoridades tuvieron que intervenir, ya que cientos de curiosos se agolpaban diariamente en la zona para intentar descifrar lo que ocurría.

Nunca se supo y, en julio de ese mismo año y tras varios meses, los duendes se fueron como vinieron: sin una explicación aparente.

Los endemoniados del Santuario de Balma

Zorita del Maestrazgo es un pueblo muy conocido porque allí se encuentra el Santuario de la Virgen de Balma, un importante lugar de peregrinaciones de los pueblos cercanos de las provincias de Castellón y Teruel.

Una de las particularidades de este santuario construido en el siglo XIV es que, durante años, fue centro de celebración del culto a Santa María Magdalena, por lo que muchas mujeres iban hasta allí.

Este hecho dio lugar a una leyenda que decía que algunas de ellas estaban malditas … o eran brujas.

No solo eso: también eran muchos los hombres que, creyéndose poseídos, eran llevados hasta allí para someterse a exorcismos.

Algunos datos hablan de la presencia de tres brujas, las Caspolinas, encargadas de emitir el veredicto. Otras crónicas relatan hechos paranormales, como levitaciones.

Un paraje lleno de misterio, enclavado en un precioso paisaje, y que recibe la vista de muchos curiosos.

Fantasmas en el sanatorio abandonado

En medio del monte, en un sitio solitario, se encuentran las ruinas del sanatorio de Torremanzanas, construido hace un siglo por la Compañía de Jesús.

Usado inicialmente como albergue y como colonia infantil en verano, con la llegada de la II República se convirtió en hospital infantil y, durante la Guerra Civil, en hospital militar.

El edificio adquirió un nuevo uso tras la contienda y en los primeros años del franquismo: a causa del hambre de la posguerra y de la consiguiente epidemia de tuberculosis, se convirtió en sanatorio hasta los años sesenta, cuando fue finalmente cerrado.

Su ubicación y su estado, hacen de este lugar un enclave tenebroso, propicio para leyendas de todo tipo.

Ocurre lo mismo con otros hospitales abandonados, como el psiquiátrico de Cheste o el preventorio de Aigües.